Proyecto apoyado por el Programa de Concertación Nacional del Ministerio de Cultura y el Instituto Municipal de Cultura y Turismo de Bucaramanga.
Una persona hace una pincelada en el lienzo. Mira su cuadro, ¿lo logró? Otra se sienta frente a un teclado; sus manos se deslizan rápidamente sobre las letras. Lee despacio lo escrito, ¿lo logró? Una tercera cierra los ojos mientras escucha con calma. La melodía avanza sin tregua, ¿lo logró? Todas ellas cuestionan si pudieron plasmar lo que sentían y pensaban, pero, además, si lograron percibir un mensaje a través de su propia obra.
Es el arte no solo un medio de expresión, como mal podría pensarse: es transmisora de mensajes. Hay un yo delante del fenómeno artístico que percibe algo por los sentidos, que interpreta la obra, que busca el secreto detrás, que se evoca a sí mismo y se concibe como uno en la sociedad.
El hombre a través del arte expresa lo que no puede decir de otra forma (…). El arte es el medio más libre y autónomo, trabaja con la imaginación y la realidad, pero jamás es copia de esta. El arte intenta entrar en la vida humana y sus relaciones. (…) Lo importante de la obra de arte, es cuando una vez realizado comienza a tener su función en la sociedad, en la vida humana. Universidad América Latina
¿Es acaso esta una función social del arte? Tal vez sí: plasmar la vida, pero no reflejando la realidad como si fuera un espejo, sino imbuyendo la ficción de un contexto espacio temporal. El arte, en parte, es ficción. La mujer de la Habitación de hotel de Edward Hopper nos cuenta una historia, la suya, la de alguien más, la que ha ocurrido dentro y fuera de esa habitación de hotel. Gustave Flaubert creó una realidad más en Madame Bovary: no es la representación de la vida europea de su tiempo, es un mundo propio, ese en el que Emma Bovary se siente encerrada en medio de las convenciones sociales.
Y es por esto —puede ser—, que la ficción logra algo más que la realidad misma: mostrar el lado más siniestro de la sociedad. Es la ficción la que toma un contexto y lo imbuye de vida, lo interpreta, lo analiza, lo descompone y vuelve a construir hasta crear una pieza nueva, única. El artista quiere decir algo, que una idea penetre en el lector.
El terror o lo siniestro parece más lúcido y real a través del arte. Hoy día, en las sociedades contemporáneas, parece más vívido, por cuanto más cercano. Ya no se trata solamente del fenómeno paranormal a veces remoto y alejado de la experiencia cotidiana. El terror ahora se esconde en lo “(…) insólito, ilógico, sin explicación en su momento, violador de las costumbres” (Estrada, 1992, p. 70); está en la cotidianidad de una sociedad insegura, violenta, vertiginosa, perfeccionista; esa misma en la que dar un paso genera “(…) angustia, inquietud, ansiedad, repulsión, imposibilidad, miedo, emociones negativas” (ibídem, p.67). Este es el terror hoy día: un miedo más humano a lo desconocido, a lo incierto, al fallo, al error. En medio de sociedades rígidas y con estándares demasiado estrictos de lo bueno y lo malo, existe la angustia y el miedo a salirse de los cánones o a que alguien más lo haga.
Ahora es el arte la que recoge y vuelve más real el terror: es ella la que plasma de forma alterada (pero consciente) la ansiedad que se vive en las sociedades. Una persona se sienta frente a una pantalla LED. De un momento a otro, tres enmascarados la abordan. Entran en su privacidad, la asechan. Los extraños (2008) de Bryan Bertino se vuelve realidad: ya no se trata de espectros fantasmagóricos, sino de la irrupción de desconocidos que sin razón ingresan al hogar para torturar y asesinar. Lo siniestro radica, pues, en que el arte muestra diferentes formas de irrupción o quiebre. Ven lejana su ocurrencia, pero el fenómeno artístico vuelve factible esa posibilidad y permite que la imaginación ponga al espectador en los zapatos del contexto de la obra.
https://www.youtube.com/watch?v=BbqELQHpmQM
En general, sugiere Freud, se da lo siniestro cuando lo fantástico (fantaseado, deseado por el sujeto, pero de forma oculta, velada y autocensurada) se produce en lo real; o cuando lo real asume enteramente el carácter de lo fantástico. Eugenio Trías
Es siniestra aquella ficción que asume el carácter de lo real, de aquello que a cualquiera puede sucederle a la vuelta de la esquina, lo que es factible, pero que se aprecia lejano. Sin embargo… toc, toc… el arte quita la venda de los ojos: “puedo ser yo la que esté dentro del televisor”. El mensaje llega: “¡hey!, ¡despierta!, ¡en la vida también ocurre esto! No estás exento del terror”. El arte despierta eso en la sociedad contemporánea: la sensación de pánico ante la realidad; “(…) va delatando, de manera escalofriante, todos los temores (…); va descubriendo los nuevos espacios de encuentro, todos los nuevos ruidos de fondo que sin darse cuenta corroen al ser humano” (Argüello, 2009, p. 108). El arte nos descubre lo siniestro y eso es lo verdadero terrorífico.
Lo cierto es que de lo fantástico siniestro (…), hemos pasado a lo real siniestro. En otras palabras, el terror ya no se vive únicamente en lo virtual, o en la representación, sino en el escenario de lo real. (…) El hombre de la arena [de Hoffmann] no lo encontramos en el arte, en la representación, sino que cada vez se encuentra más en la realidad. Rodrigo Argüello
Los fenómenos artísticos son lo fantástico siniestro, toman la realidad para crear obras únicas, pero a veces la ficción sobrepasa a la verdad: se nutren de lo real siniestro y a su vez enseñan al espectador que lo fantástico siniestro puede convertirse en real siniestro; que al terminar el libro y salir a las calles de la ciudad puede que el personaje se haya transformado en un ser de carne y hueso a la espera de seguir causando pánico. Como se dice en Ciudad Gótica de Rodrigo Argüello, la ciudad es “Lugar de refugio, de acogimiento, de la sociabilidad, del encuentro, de la protección; pero, a su vez, el lugar de lo monstruoso, de la transgresión; lugar de las fugas y también de las tránsfugas; el lugar de deseo y de la fascinación” (Ibídem, p. 127).
Las ciudades que, desde la revolución industrial, encierran lo mejor y lo peor, la decadencia del ser humano, lugar de sobrecogimiento en las sociedades contemporáneas, por un desarrollo vertiginoso acompañado de retroceso social y moral. Pero no es simplemente la sociedad como gran urbanización, puesto que en la actualidad esos mismos rasgos se han ido extendiendo al mundo entero. Parece que ningún lugar es seguro, ya que lo siniestro espera a la vuelta de la esquina.
Hoy día los fenómenos artísticos relacionado con el terror son, en parte, un reflejo de los real siniestro. Muestran el miedo, la angustia, la ansiedad de una sociedad que a veces hace ojos ciegos ante la decadencia de un espíritu de perfección nunca alcanzable. Lo desconocido y lo incierto de la cotidianidad nutren el arte para que esta en un grito desesperado transmita ese mensanje que nadie quiere escuchar por temor —tal como hizo Edvard Munch en El grito—, que diga a la sociedad contemporánea que la ficción a veces escapa de la obra o, más bien, que es simplemente una pequeña muestra de lo que en casa, en el trabajo, en las calles o en cualquier lugar aguarda: lo siniestro.
Bibliografía:
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El fenómeno artístico. (s.f.). Universidad América Latina. http://ual.dyndns.org/Biblioteca/_BachilleratoAB2019/6%20Bachillerato%20Sexto%20Cuatrimestre/Pdf/37-Historia%20del%20Arte/Sesion_05.pdf
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Argüello, R. (2009). Ciudad Gótica, Genealogía de lo simbólico y lo diabólico en el territorio urbano. Bogotá D.C.: Ambrosía Editores.
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Estrada, O. (1992). La estética y lo siniestro II. Rev. Filosofía (71), 63-71. Ciudad Universitaria Rodrigo Facio: Editorial Universidad de Costa Rica. https://inif.ucr.ac.cr/wp-content/uploads/2022/05/Vol.%20XXX/No.%2071/La%20estética%20y%20lo%20siniestro.pdf
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Trías, E. (2006). Lo bello y lo siniestro. Barcelona: Editorial Ariel. http://www.xn--diseo-rta.unnoba.edu.ar/wp-content/uploads/LO-BELLO-Y-LO-SINIESTRO-Eugenio-Trias.pdf
