Proyecto apoyado por el Programa de Concertación Nacional del Ministerio de Cultura y el Instituto Municipal de Cultura y Turismo de Bucaramanga.
Una pareja se busca entre el recuerdo y el olvido. ¿Están ahí, en la casa de cristal? O, quizá, ¿son solo fantasmas o recuerdos? En medio de la pandemia por el COVID-19, Jimmy Rangel construyó una casa en la montaña. Ahora, en su obra “Olvido”, hace una reconstrucción de ese lugar común. Existen muchas rutas para crear piezas teatrales. A Jimmy lo mueven los dispositivos: a veces, antes de plantear el espectáculo, aparece su creación; así vino primero la casa de cristal sobre la que se construyó este drama. Otras veces, se inspira en el escenario mismo; por ejemplo, con una buena acústica, se puede pensar en el sonido como pieza central.
Artista y director de teatro, Jimmy comenzó la gira de su obra “Olvido” el sábado 22 de marzo en el Teatro Santander de Bucaramanga. «Me parece importante que este teatro exista en este lugar geográfico del país y del mundo. Ojalá vengan a ver “Olvido”, digamos por rebote, pero la invitación en realidad es que vengan a habitar estos espacios», nos dijo Jimmy en medio del montaje de la obra.
En el 2021, en pandemia, La Maldita Vanidad —una de las grandes compañías de teatro de Colombia— realizó su versión anual de la “Mirada Paralela”, un evento en el que se eligen a cinco directores y directoras de teatro para crear obras con base en un autor o autora, y un tema. Ese año —cuando Jimmy fue llamado a participar—, se escogió a Agatha Christie y el cuerpo. De allí, de esa investigación, nace “Olvido”. Quienes conozcan la obra literaria de Agatha Christie —escritora británica— podrán darse una perspectiva del tono de la pieza teatral. Para quienes no, lo primero es decir que por muchos es conocida como “la reina del crimen”; de allí el terror —un género dramático en las artes escénicas que poco se utiliza— y el misterio, como hilos conductores para contar “Olvido”.
“¿Cómo uno se puede olvidar de las personas?”, era una pregunta base de la que fluye el nombre “Olvido”. Cuando esta obra se estaba escribiendo, Jimmy Rangel se encontraba en Nueva York haciendo un ejercicio, una lista: “acciones para olvidar a alguien”. En la obra veremos algunas, pero no explícitas. Una de sus tareas es alejarse del realismo. Antes, lo hacían explícitamente; sin embargo, eso hacía difícil la narración de historias. Ahora, se acercan mucho, pero volviendo extraño lo cotidiano; como la casa, en la que desaparecen gente y cosas, y se escuchan sonidos raros: un lugar vivo, que habla.
En sus obras, la luz y el sonido son vitales: “tienen que ser personajes y ayudar a narrar y contar cosas muy puntuales; no son solo adornos o efectos”. Así, por ejemplo, las sombras ayudan a la creación de más personajes inexistentes (que no sabemos si son reales o no, si son perseguidoras o perseguidas), en una obra de dos intérpretes que, no obstante, tuvo un factor sorpresa en su versión del Teatro Santander: la inclusión de un actor más.
En realidad, cada obra tiende a adaptarse, en mayor o menor medida, dependiendo el escenario y lo que este pueda ofrecer. Por ejemplo, “Olvido” es una pieza diseñada para el escenario de La Maldita Vanidad: una sala-estudio pequeña. Por su parte, en el Teatro Santander se usó todo el escenario gracias al juego de luces; sin embargo, como requería de una buena visualización por parte del público —dado los detalles a apreciar—, solo estuvo habilitada la “Platea”.
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Pero también “Olvido” es una obra que usa elementos como el agua. En “Woyzeck” —una producción del Teatro Colón— empezaron a teorizar sobre la esquizofrenia, los problemas de salud mental y el concepto del “ahogo”. ¡Ploc, ploc!, una gotera que suena en la cabeza, hasta que a veces se rebasa el vaso. Así surgió la idea de que sus dispositivos y escenarios se llenaran de agua, como metáfora del ahogamiento de sus personajes. Se trata de otro elemento literal aplicado desde lo extraño en su obra “Olvido”. Sin embargo, el agua no solo oprime a sus personajes, sino que pone en aprietos a los intérpretes mismos. El agua es un elemento incierto, incontrolable, no se sabe si saldrá más o menos cantidad, si estará caliente o fría. Así, ni ellos saben qué pasara durante la pieza ni su duración, que puede extenderse o acortarse por ello.
Si bien esto puede representar un riesgo al combinarse con la electricidad del montaje, siempre se hace una investigación previa para determinar la seguridad. Por ello, si bien no es el caso, en algunos montajes de más complejidad, Jimmy se queda junto a su equipo velando por el cuidado de los dispositivos y de los intérpretes.
Estos son elementos performativos que deben sortear los actores. Otro, que el lector tal vez no imagine, es el estado mismo de los intérpretes: la emoción. Jimmy, por ejemplo, como director, cierra esto: “no te puedes emocionar más, pero puedes jugar”; es decir, dejar que el otro transite e ir construyendo entre todos, viendo hasta dónde se puede y se quiere ir. En su mayoría son bailarines (al ser piezas que se combinan con la danza), por lo que tienen que hacer —mental, emocional y físicamente— un proceso inverso: comenzar a interpretar más.
Jimmy es actor de profesión y participará, en esta ocasión, como uno de los dos actores de “Olvido”. Estudió mimo corporal dramático, la base para el nacimiento del teatro físico, ese que muchos decían hace quince años que no existía porque apenas se estaba creando y que en un momento de falta de nominación, tildaban como danza-teatro. “Olvido”, justamente, se trata de una pieza purista de teatro físico: “se elimina el texto y se traduce todo a la imagen”, nos cuenta Jimmy. Ellos trabajan con base en una gran teoría: una dramaturgia en la que el cuerpo y la imagen construyen las historias.
Desde la incomodidad y el desequilibrio se crean sus dramas, si no (para él), puede que no esté funcionando la obra. Poner a los intérpretes y espectadores en conflicto “entre la cabeza, la acción y la palabra”, que transiten y viajen a través del espectáculo. Solo así, después, habrá algo que pensar y discutir. Por eso, los personajes de “Olvido” están encerrados en esa casa de cristal de la que no pueden salir. Jimmy Rangel genera obras fuertes, viscerales y con temas duros de tratar.
“Olvido” y, en general, las obras de Jimmy, están creadas desde un lenguaje universal para que sean apreciadas por espectadores sin perfiles determinados, independientemente del idioma o de los referentes culturales. Es por ello que después de Bucaramanga (y del reestreno de “Woyzeck” en el Teatro Colón) “Olvido” llegará al público portugués y español. Para ellos es vital contrastar sus investigaciones con lo que ocurre en zonas geográficas como Europa: “es muy importante para nosotros que los investigadores puedan reflectar lo que están haciendo con los otros investigadores y poder entrar en ese dialogo”. Se trata de “entender como esta pieza resuena en este lugar del mundo”, pues el trabajo unidireccional no tiene mayor sentido. El dialogo con una obra por parte del espectador varía, en opinión de Jimmy, atendiendo a sus referentes culturales. Los colombianos tendrán, posiblemente, una visión distinta de la pieza teatral, a diferencia de las personas de otras partes del mundo, como los europeos.
Desde la Revista Enredarte los invitamos a seguir de cerca el trabajo teatral de Jimmy Rangel a través de sus redes sociales. Experimental y visceral, nadie saldrá del teatro sin algo que decir. «“Olvido” es básicamente un placebo para que la gente venga a discutir algo después», finalizó Jimmy.
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