“El arte de engañar al karma” llamó mi atención cuando buscaba historias románticas divertidas: Catalina es descrita como una mujer que, si bien ha tenido demasiados tropiezos como actriz, decide invertir su mala suerte en una oportunidad de adquirir dinero a través de las obras de arte de su querida tía fallecida. Con el inicio de la farsa, su vida se cruza con la de un afamado artista, Mikel, quien la descubre y amenaza con revelarla. Me carcajeé de la risa en varias escenas, sufrí los desalientos profesionales y me metí en la piel de aquellos extraviados en un mundo donde el arte es un desafío.
El problema son las expectativas que nos creamos. Que pensamos siempre en futuro y conjugamos la felicidad en pasado, con lo que en el presente no nos encontramos nunca. Elísabet Benavent
No obstante, a la historia le falta desarrollo más allá de la relación “amorosa” de sus protagonistas, aunque más que una relación profunda y evolutiva, se centra casi que enteramente en el plano sexual. Se describe una estrecha e intensa conexión entre Catalina y Mikel que, sin embargo, no sentí forjarse de fondo al traspapelarse en el eje central de las escenas sexuales y pensamientos eróticos. Además, la creación de los protagonistas me pareció contradictoria: siempre he abogado por personajes disímiles y no idealizados; pero Catalina y Mikel fueron forzados a describir facetas que se desdibujaban con pensamientos, diálogos y actuaciones tóxicos, pedantes, dependientes, egocéntricos y faltos de sentido.
Es curioso cómo, en ocasiones, sentimos antes de saber. Elísabet Benavent
Creo que las historias de amor, para pasar del entretenimiento a las hondas impresiones, necesitan de una construcción redonda más allá de la superficial relación de pareja, y la decantación de escenas repetitivas y sin aporte real. Hubiese sido increíble que se potenciaran las tramas de los cuadros y las frustraciones de los protagonistas, pues empezaron a relegarse cuando en realidad hubiesen podido fortalecer a unos personajes con rasgos coherentemente “buenos” y “malos”, construyendo su relación naturalmente y erigiendo una historia llena de matices.