Es 21 de marzo. Me levanto con un verso en la boca y recuerdo las palabras de Borges en Siete noches: “Podemos llegar al concepto de que la poesía es la experiencia estética (…), [la cual] no requiere ser definid[a]. El hecho estético es algo tan evidente, tan inmediato, tan indefinible como el amor, el sabor de la fruta, el agua. (…) Si la sentimos inmediatamente, ¿a qué diluirla en otras palabras, que sin duda serán más débiles que nuestros sentimientos?”.
La poesía se siente, no se juzga. Es una corriente que recorre el cuerpo al ser escuchada y leída. Y así me levanto, con uno, dos, tres, infinitos versos en la boca, y rememoro a tantos escritores que han hecho poemas en honor a la poesía, que la piensan a través de ella misma.

Es 21 de marzo y recuerdo que en 1999 —durante la 30ª Conferencia General en París (capital de las artes hasta más o menos la primera mitad del siglo XX)—, la UNESCO declaró esa fecha como Día Mundial de la Poesía.
Hoy abro la memoria al arte que evoca sentimientos y emociones a través de la palabra y el ritmo. Por eso, desde la Revista Enredarte les presentamos seis poemas sobre la poesía:
Oda a la poesía – Pablo Neruda
Cerca de cincuenta años
caminando
contigo, Poesía.
Al principio
me enredabas los pies
y caía de bruces
sobre la tierra oscura
o enterraba los ojos
en la charca
para ver las estrellas.
Más tarde te ceñiste
a mí con los dos brazos de la amante
y subiste
en mi sangre
como una enredadera.
Luego
te convertiste
en copa.
Hermoso
fue
ir derramándote sin consumirte,
ir entregando tu agua inagotable,
ir viendo que una gota
caída sobre un corazón quemado
y desde sus cenizas revivía.
Pero no me bastó tampoco.
Tanto anduve contigo
que te perdí el respeto.
Dejé de verte como
náyade vaporosa
te puse a trabajar de lavandera,
a vender pan en las panaderías,
a hilar con las sencillas tejedoras,
a golpear hierros en la metalurgia.
Y seguiste conmigo
andando por el mundo,
pero tú ya no eras
la florida
estatua de mi infancia.
Hablabas
ahora
con voz férrea.
Tus manos
fueron duras como piedras.
Tu corazón
fue un abundante
manantial de campanas,
elaboraste pan a manos llenas,
me ayudaste a no caer de bruces,
me buscaste
compañía,
no una mujer,
no un hombre,
sino miles, millones.
Juntos, Poesía,
fuimos
al combate, a la huelga,
al desfile, a los puertos,
a la mina,
y me reí cuando saliste
con la frente manchada de carbón
o coronada de aserrín fragante
de los aserraderos.
Y no dormíamos en los caminos.
Nos esperaban grupos
de obreros con camisas
recién lavadas y banderas rojas.
Y tú, Poesía,
antes tan desdichadamente tímida,
a la cabeza
fuiste
y todos
se acostumbraron a tu vestidura
de estrella cotidiana,
porque aunque algún relámpago delató tu familia
cumpliste tu tarea,
tu paso entre los pasos de los hombres.
Yo te pedí que fueras
utilitaria y útil,
como metal o harina,
dispuesta a ser arado,
herramienta,
pan y vino,
dispuesta, Poesía,
a luchar cuerpo a cuerpo
y a caer desangrándote.
Y ahora,
Poesía,
gracias, esposa,
hermana o madre
o novia,
gracias, ola marina,
azahar y bandera,
motor de música,
largo pétalo de oro,
campana submarina,
granero
inextinguible,
gracias,
tierra de cada uno
de mis días,
vapor celeste y sangre
de mis años,
porque me acompañaste
desde la más enrarecida altura
hasta la simple mesa
de los pobres,
porque pusiste en mi alma
sabor ferruginoso
y fuego frío,
porque me levantaste
hasta la altura insigne
de los hombres comunes,
Poesía,
porque contigo
mientras me fui gastando
tú continuaste
desarrollando tu frescura firme,
tu ímpetu cristalino,
como si el tiempo
que poco a poco me convierte en tierra
fuera a dejar corriendo eternamente
las aguas de mi canto.
Rima XXI – Gustavo Adolfo Bécquer
¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía… eres tú.
Si mis poemas todos se perdiesen – Fina García Marruz
Si mis poemas todos se perdiesen
la pequeña verdad que en ellos brilla
permanecería igual en alguna piedra gris
junto al agua, o en una verde yerba.
Si los poemas todos se perdiesen
el fuego seguiría nombrándolos sin fin
limpios de toda escoria, y la eterna poesía
volvería bramando, otra vez, con las albas.
Porvenir de la poesía – Emilia Pardo Bazán
“La nature est la grande lyre,
le poete l’archet divin”.
V. Hugo
I.
¿Por qué profeta triste, me
dices que este siglo mató la
poesía con desterrar el mito?
Aunque ceguéis la fuente no
falta el ancho río; él buscará
otro cauce para su curso
límpido. Si exhausto el
viajero se tiende en el camino
porque llegó la noche y están
sus pies heridos, al despuntar
la aurora con redoblados
bríos emprenderá la ruta que
le marcó el destino. Jamás de
los poetas se extinguirán los
himnos; si hoy enmudece el
pájaro es que prepara trinos.
Y cuando algunas veces su
corazón marchito en vez de
dulces cantos desbordase en
gemidos,
allá en el horizonte la
sombra de Virgilio le
dice, como a Dante: “
¡Prosigue, amado hijo!”
II.
¡Oh bella poesía!
Mientras exista el hombre
tus frescos manantiales no
temas que se agoten.
Porque el poeta estudia
los mundos interiores;
traduce al luminoso
lenguaje de los dioses del
corazón los gritos, los
ecos de dolores, los
sueños y esperanzas, las
dulces ilusiones, las
dudas, las creencias la
vida y los amores. En esta
eterna lucha que traban
las pasiones con la razón
serena que al fin las vence
noble, como Jacob al
ángel irán los triunfadores
pidiendo a la poesía sus
santas bendiciones.
Arte poética – Jorge Luis Borges
Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.
Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.
Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo,
ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.
A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.
Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su Itaca
verde y humilde. El arte es esa Itaca
de verde eternidad, no de prodigios.
También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.
Esencial – Ángela Jamila Seijas Carrera
Poeta caraqueña, residente en Santander (Colombia), que publica en http://declamaycuenta.blogspot.com
Y ahora llenas mi vida.
¿Cómo será posible sin ti un poema?
Necesito conocerte, entenderte, escudriñarte.
Pienso en ti o contigo a cada instante.
Te quiero para compartirte,
para saborearte.
Intimidad que libera.
Infinito a alcanzar,
utopía a realizar,
comunismo absoluto,
identidad.
Conóceme, entiéndeme, escudríñame,
expándete en mí,
tú,
Palabra.